jueves, 17 de junio de 2010


Como siempre, actualizamos el blog a base de lapidar nuestro futuro académico. Aunque algunos miembros de Via degli Equi ya se han lisensiado (Felicidades Periodista!) el resto tenemos que seguir hincando codos si queremos hacer fiesta con birrete de papel y flores secas.

Casi toda la semana se ha ido en ver los vídeos de la fiesta en la playa, que son tan entretenidos como comprometedores. Hemos recibido la visita de la madre de Mery, que nos invitó al cine a ver La Nostra Vita. Ese mismo día, pero más tarde, terminamos todos juntos por Trastevere, algunos más sobrios que otros. La vuelta a casa no puede caer en el olvido, así que la resumiré brevemente: en nuestras pobres cabezas maltratadas por el alcohol y el sol romano cabe la posibilidad de que las paradas de autobús desaparezcan. Así que ni cortas ni perezosas nos sentamos a esperar en una parada fantasma. Menos mal que la miopía de mery no es tan fuerte como para no distinguir a un autobús a 50 metros, así que en cuanto lo vimos aparecer pensábamos que estábamos ya salvadas (el que haya esperado un nocturno en Roma conoce esa sensación de felicidad que produce ver llegar al conductor). Ma invece no. Como era obvio, la parada no era esa, así que salimos corriendo detrás del muy cabrón, que no nos hizo ni siquiera un gesto de empatía. Corrimos con sandalias por los adoquines romanos, y si nos hubieran tomado el tiempo habríamos batido algún record. Finalmente, emprendimos la vuelta a casa, sanas y salvas (aunque un poco sudadas y con agujetas)

En estos días estamos en modo mundial (como el Any Given Mondial) y nos vamos a Villa Borghese a tifar a todos los equipos. Yo personalmente sigo a Argentina, pero tampoco me importa que Italia o España marquen algún gol. Hasta tifo por Sudáfrica si eso significa ponernos a bailar como unas locas descoordinadas en la mitad de una marea de camisetas amarillas.


Pero ayer no hubo suerte para la roja, que perdió 1-0. Como he dicho antes, la derrota no me quita el sueño, y menos el apetito de cerveza. Así que echamos mano de la Peroni , hasta que nos cansamos de estar tumbados en el césped y lo cambiamos por los escalones de la plaza.

Nuestra querida plaza de San Lorenzo, donde tantos ratos hemos pasado, y donde tanta gente hemos conocido. Lugar en el que se te acercan personajes tan extraños como diversos, y lugar también en el que puedes terminar a las 7 de la mañana tocando la guitarra con mendigos y chavales con el ojo de cristal.

http://www.youtube.com/watch?v=wTm-Q43ZQek

“Hola guapo, soy David Bisbal”

Actualización atrasada...


Cualquier excusa es buena para no estudiar, así que nuestro blog saldrá adelante a costa de fracasos académicos. La última actualización fue en honor de la abuela de la casa, que cumplía 23 añazos. Y en su honor también, hicimos una pequeña reunión de amigos en la terraza.

Y como buenas anfitrionas que somos, estuvimos toda la tarde (spritz en mano, que así el trabajo es menos duro) preparando tortillas con un sospechoso color verde, canapés y sangría. Después de poner guirnaldas, luz y música (gracias a la lista de reproducción que se curró Clara), la terraza parecía un chill out con aperitivo incluído (insisto en que si cobramos la entrada, más de uno pagaría).

A partir de una cierta hora el asunto empezó a degenerar, como era de prever. La gente abría botellas como si hubieran ganado una carrera de F1, la fruta de la sangría se desangraba por los suelos, los tenedores de plástico se suicidaban de la mesa… así que decidimos emprender retirada. Y qué mejor lugar para caer muertos que el Circolo degli Artisti, rincón de los desamparados.

Así que para allá que nos fuimos, a contrareloj y con la casa medianamente recogía (o eso pensábamos). No puedo evitar mencionar la facilidad de hacer amigos mientras camina de Clara, no se sabe si por el ron (reserva, eso sí) o por la guirnalda que colgaba de sus rizos. Contra todo pronóstico, conseguimos entrar en el Circolo, y ahí la cosa empezó a degenerar (Vol.II)

Como siempre ocurre en ese lugar, la gente desaparece. Menos mal que somos todos Wind y podemos llamarnos para seguirnos la pista. Mientras unos valientes se jugaban una lipotimia bailando dentro, otros más discretos fumaban en la puerta. Y así toda la noche, en un círculo vicioso que no permitía encontrarnos. No sabemos cómo, pero nos volvimos a ver todos en la puerta de salida, incluso David (y su peto, que en un momento dado dejaron de funcionar juntos como equipo).

María, Marta, mio fratello y yo emprendimos el camino de vuelta. Y como le estamos cogiendo gustito a eso del autostop del Circolo a casa, decidimos que sería buena idea emplear la misma técnica esta vez. Pero cuando vimos aparecer una furgoneta hippie (de las de verdad), la idea pasó de ser buena a ser brillante. Intercambiamos unas palabras con Tobia el conductor y veinte segundos después estábamos todos montados en esa máquina del tiempo decorada al estilo Ikea yendo para casa. Y por todo lo alto llegamos a via degli Equi.

El resto de la semana me escapé a Pisa, Siena y Perugia, en plan familiar, así que me escaqueé de la bronca del portero (que venía en representación de las vecinas sin vida social que viven en nuestra escalera). En nuestra defensa diré que pedimos permiso para invitar a unos amigos a cenar, el dato que faltó fue que cenaríamos todos en la terraza, que técnicamente es un lugar común a pesar de que la hayamos monopolizado en estos meses.

Litigios aparte, los días pasaron tranquilos, entre estudios y aprobados (felicidades Clara por tu segundo examen). Y para celebrar tanta normalidad, el viernes nos fuimos de fiesta, que empieza la temporada de playas. Y con la excusa de que era el cumple de Javi y Fran, nos plantamos en Castel Fusano. Al principio estábamos un poco agobiados con eso de que no podíamos volver hasta las 6 de la mañana, pero con un poco de whisky y salitre, las penas se van volando.


Como se va volando lo que queda de Erasmus, más ahora que me he dado cuenta que tardo lo mismo en llegar a la playa que a Moncloa. Y al descubrir que ahora llegan las noches en las que sigues intentando robar alcohol y tabaco, pero con el mar de fondo, lo que le da un toque chic. Empiezan las noches que terminan con un baño al alba y con una rave improvisada al lado de un puesto de kebab. Las noches que se convierten en días sin que te des cuenta, y en las que aparecen los carabinieri sin saber porqué (aunque cuando ves las pintas en las fotos al día siguiente, el que nos pidan la documentación cobra sentido). El camino a casa lo haces entre escolares que van a clase para formarse y tener un futuro más prometedor que el nuestro, jóvenes erasmus alcohólicos que bebemos cerveza con los pies negros y salitre.

En definitiva, justo ahora que queda tan poco para aterrizar de cabeza en Madrid, empieza lo bueno en nuestra siempre amada Roma.


http://www.youtube.com/watch?v=5dgimjMhAIk

sábado, 29 de mayo de 2010


Hoy cumples 23 primaveras en la ciudad eterna. Además, las cumples en Via degli Equi, así que te mereces el desayuno en la cama con flores incluidas por habernos aguantado estos ocho meses (aunque en sueños te echemos la bronca por echarle rúcula a la ensalada)

En mi caso es el primer cumpleaños que paso contigo, pero no me importa haberme perdido los 22 anteriores, porque sólo pienso en los próximos 50 que me quedan a tu lado. Y es que en tan poco tiempo te has convertido en un indispensable de mi vida (de la Erasmus y de la otra que tenía antes de venir). Por ti me levanto a las 8:30 para ir a comprarte bollitos (y si me lo pides, empezaría a beber el café frío).

Y es que me da igual no salir en fotos con millones de personas (aunque sean tíos heteros y medianamente atractivos) si a cambio me regalas una conversación trascendental en la terraza mientras cae el sol o mientras nos achicharramos a mediodía.

Porque junto a Clara eres uno de mis grandes pilares en Roma, y me da igual que se caiga el Colosseo o que haya huelga de transportes si cuando llego a casa estáis en la cocina esperándome con la comida hecha, o con una birra a punto de abrir.

Y aunque viviendo con vosotras no haya aprendido mucho italiano, he aprendido otras mil millones de cosas que sólo tú (vosotras) me podías enseñar.

Por estos y tantos otros motivos que no escribo aquí (porque no me caben y porque tampoco es plan de airear nuestra vida privada en internet), te deseo un muy feliz comienzo de día, un muy feliz cumpleaños.

Y que cumplas muchos más (cerquita nuestro, eso sí)


http://www.youtube.com/watch?v=yeb2bNs7Oa4&feature=related

(...) salta, ríe, baila



lunes, 24 de mayo de 2010

Mucho ha llovido desde nuestra última actualización (literalmente, hace tres semanas que Dios está llorando, se ve que era tifoso de la Roma).

El lunes nos marcamos una de Locanda. Después de varias horas en la cocina en unas de esas conversaciones que matan el tiempo y alargan la vida (de esas que voy a echar tanto de menos en Madrid) llegaron Alba y Laura; y con unos cuantos chupitazos de limoncello “entre pecho y espada”(sic) nos fuimos para allá con los labios pintados de rojo pasión. Una vez dentro, Alba y yo empleamos la misma técnica del finde pasado y conseguimos recolectar un nada despreciable número de cigarrillos (aunque yo llevaba oficialmente cuatro días sin fumar).

Para seguir con las tradiciones, también conseguimos una botella de vodka. Y a sorbitos de (que ofrecíamos a la gente haciéndoles creer que era agua) nos marcamos unos bailes en el escenario con gogó incluido (aunque el muy sinvergüenza no nos dejó sus gafas de sol).

Al día siguiente, resaca. Los martes con resaca es un estado casi fijo entre la mayoría de los Erasmus en Roma, ya sea por el Marylin o por el Any Given Monday. Así que me fui con Marta a hacer turismo por el EUR, sitio curioso cuanto menos, con todos sus arcos y monumentos fascistas. Sudé un poco de alcohol intentando llegar al Colosseo Cuadrado a ritmo de “Meno male che Silvio c’è” , y volvimos para San Lorenzo.

El miércoles, Clara hizo su primer examen en Italia, de Derecho Tributario. Como buena novia, la acompañe en todo momento, y cuatro horas después, salió airosa del aula con un 27 in tasca. Para celebrarlo nos fuimos a tomar un sptriz, que regenera cuerpo y mente.

Jueves. María nos invitó a cenar a un Mexicano muy bonito cerca de Circo Massimo. Había música en directo, tequila, fajitas y flores en la cabeza. Nos intentamos meter en la piel de las protagonitas de Sexo en NY, pero al no conseguir aprendernos los nombres de nuestros alter ego, lo dimos por perdido.

Para quemar la copiosa cena, decidimos correr un rato, y si es detrás de un autobús, mejor. En Roma nunca sabes si correr va a tener buenos resultados, porque el conductor puede parar en una parada que se acaba de inventar o puede cerrarte la puerta en tu puta cara. Esta vez, la suerte estaba de nuestro lado, y subimos por los pelos para ponernos en camino hacia el Brancaleone.

Cuando llegamos, vimos a los miembros de Skatalites bajar de varios BMW (eso sí, al ritmo de ska). Entramos, nos pillamos unas birras y nos fuimos a esperar a que empezara el concierto. No sé si sería el calor condensado, el humo de la sala o qué, pero en seguida nos metimos en el ambiente y empezamos a bailar como locas. Aunque el rollito reggae no nos dio toda la paz y el amor que nos hacía falta, porque en varios momentos nos entraron ganas de matar a más de un gilipollas que rondaba por ahí. Delante teníamos a una pareja bajita que no paraba de liarse. Que digo yo, si no vais a ver el concierto, ¿para qué pagáis? Después estaba en subnormal de rojo, al que podríamos llegar a perdonar debido a la cantidad de sustancias estupefacientes que llevaba en el cuerpo. Hacía intentos de bailar, pero sus brazos se movían de una forma estratégica: le tocaba el culo a todas las mujeres que midieran entre 1,50 y 1.70m. Y por último, estaba EL PERSONAJE, un infeliz que estaba en éxtasis en la mitad de la multitud, bailando aún cuando la música dejaba de sonar, y que iba haciendo un vacío a su alrededor debido a las pocas ganas que teníamos todos de acercarnos a él y su desagradable olor corporal.

Aún así, el concierto fue brutal, el sitio nos encantó y la cena y la compañía no podrían haber sido mejores.

El viernes, el trío calavera se separó. Clara se fue al Dissonanze, un festival de música tecno, en compañía de Irene que vino especialmente a Roma (una amiga suya del cole que está en Pisa viviendo. El año pasado estuvo allí de Erasmus y se enamoró de la ciudad. Ahora está currando en un museo y en una tienda. Al parecer se ha aficionado al patinaje, o por lo menos entrena tan duro que a veces se hace moratones intentando realizar ciertas piruetas. Aunque no la conozca mucho, Irene es una de las personas a las que más se le pira la pinza de entre todas las que he conocido y tiene toda la razón del mundo cuando dice que “reírse es lo más serio”).

Mery y yo nos quedamos por el barrio con David. Cuando estábamos yendo al Celestino a tomar un spritz, nos encontramos un ramo de flores (no diremos dónde porque le quita todo el encanto a lo que voy a contar a continuación), y las fuimos repartiendo gratuitamente a todas las personas que nos íbamos encontrando. Algunos se sorprendían, otros nos agradecían, otros no las aceptaban y, la mayoría, sonreían. Fue bonito ver a toda esa gente en el bar y por la calle con una flor en la cabeza, incluso los paquis que venden rosas llevaban una en la chaqueta (misterio que no conseguimos desvelar por la barrera lingüística que nos separa).

Cuando se nos acabaron los crisantemos nos fuimos a la plaza, y como siempre ocurre en ese lugar, no tardaron en acercase los personajes. Aunque esta vez tuvimos bastante suerte, y el primero que vino fue Alessandro, un tío con rastas que a la pregunta “che fai?” respondió “malabares”.

Al rato llegó una banda de instrumentos de viento y tocó en directo. Increíble. A lo mejor era por las cervezas, pero empezamos a bailar en la mitad de la plaza como niños pequeños (aunque no tan emocionados como el clon calvo de Joaquín Cortés). Y ahí la cosa empezó a degenerar un poco.

Por motivos que aún desconocemos, terminamos con una guitarra que nos dejó un pibe que no conocíamos y que se fue a cenar. Menos mal que había venido una amiga de David que sabía tocar alguna canción, porque si no poco podríamos haber hecho con esas seis cuerdas.

Cual flautistas de Hammelin, atrajimos con la música a dos chicos muy majos, que estudiaban Ciencias Políticas. Uno se dedica a hacer fotos en manifestaciones, y otro es el típico amigo majo que te dan ganas de abrazar (pero nada más).

El sábado me desperté prontito, porque tenía que ir a la Biblioteca Nacional de Castro Pretorio a pillar un libro. Eso parece la nasa, te asignan un puesto de lectura en una sala, tienes que solicitar el libro un día antes por internet y solo puedes fotocopiar el 15% del libro. Así que me fui, cansada de tantas formalidades para leer un libro (yo opino que una biblioteca es un lugar en el que tienes que poder elegir un libro, tocarlo, pasar sus páginas, llevártelo a tu casa, y sentarte donde te apetezca).

Por la noche, Mery y Clara se quedaron en casa. La primera porque estaba muerta después de patearse Roma haciendo de guía turística a su hermana y su novio. Y Clara, porque nuevamente tiene que ponerse a estudiar como una cerda. Así que yo, que no tengo nada que hacer con mi vida, me fui con Alba y Laura a un concierto de uno de sus compañeros de piso, en un antro en la periferia de Roma en donde creo que sólo han entrado dos españolas y una argentina desde que se abrió. Después nos fuimos en amor y compañía, con gente que no conocíamos, a una cervecería por San Giovanni. Parecíamos estar en una partida de poker por todas las fichas que iban y venían (a pesar de que yo no terminé de pillar de quiénes eran los que jugaban). Bien entrada la noche, nos retiramos todos a nuestras casas, y aprovechado que un chico con rizos tenía coche y pasaba por casa, me volví a Via degli Equi.

Pero nada de lo que hemos hecho esta semana tiene ni punto de comparación con los acontecimientos que están a punto de tener lugar. Después de 7 meses de adicción, el final de Lost ya está emitido y descargado en nuestros ordenadores. Estamos esperando a que el Señor Pizzero de Lampo traiga nuestra cena para encerrarnos dos horas y media para ver el desenlace de la serie que nos ha acompañado desde el primer día de nuestra aventura Erasmus y que nos ha traído tantas alegrías y disgustos. Aunque no queramos reconocerlo, todo lo bueno acaba en un momento u otro.

http://www.youtube.com/watch?v=cq4Dsv7EdyQ

"They're gonna wash away"

Entrada atrasada

Ayer, 15 de mayo, era la Noche de los Museos en Roma. A pesar de la lluvia, la gente se echó a la calle para disfrutar de las actividades organizadas. Sin querer caer en comparaciones, hay que señalar que en Madrid la misma iniciativa tiene bastante más éxito, y las calles (siempre iluminadas) nunca están vacías.

Nuestra primera actividad fue un concierto de Jazz de los alumnos del Dams de Roma Tre, en el Chiostro del Bramanate. Tuvimos suerte, porque Marina había llegado antes y estaba ya haciendo cola, así que gracias a ella pasamos enseguida. (Marina es otro de esos personajes con los que nos hemos encontrado en este año Erasmus. Estudia Sociología en Somosaguas, y cada tanto el cuerpo nos pide quedar, tomar una cerveza y hablar muy rápido de muchas cosas, desde la Teoría King Kong hasta los últimos cotilleos Erasmus. Con ella puedo estar horas y horas hablando, y siempre tiene buenos consejos para dar, siempre da un punto de vista especial, y te hace ver que no hay ningún motivo para preocuparse. Gracias a ella he aprendido a no sentirme culpable si salgo hasta tarde y luego al día siguiente no voy a clase, o si me leo la trilogía de Millenium entera en lugar de leerme la Metafísica de Arsitóteles)

Pues eso, el concierto precioso. Pasamos antes por una exposición que creo que era el verdadero reclamo del lugar, pero nosotras somos más de música que de cuadros (a pesar de que había algunos preciosos, como el de Cecil Van Haanen, “The pearl stringers”), así que recorrimos veloces las varias salas y fuimos directamente al piso de arriba, que es donde estaba la chica. Allí nos encontramos con un bajista que movía la cabeza como los perros que tienen los taxistas en los salpicaderos, con un saxofonista con chaqueta y sandalias y una chica que rompía el cielo cuando cantaba.

Nos quedamos un buen rato escuchando, nos pillamos unas cervezas y algunos cacahuetes. Nos la jugamos también con el arroz del aperitivo que nunca pagamos. Una de las cosas que más me gustaron de la noche fue que, a pesar de ser un ambiente propicio para liarte un cigarrillo y fumártelo al ritmo de la música, no sentí la necesidad (para quien no lo sepa, estoy intentando dejar de fumar).

Cuando terminaron las notas, nos dirigimos a la Casa delle Letterature, armadas con nuestros paraguas de los chinos. Vimos unos dibujos muy bonitos que había, firmamos en una especie de estructura negra de cartón y nos fuimos por donde entramos, porque nos dimos cuenta que eran cuatro gatos los que estaban dispuestos a escuchar lo que parecía ser un recital poético con un clarinete emulando las risas. Al ser tan pocos, nos veríamos en la obligación de quedarnos hasta que terminara, así que hábilmente nos adelantamos a los acontecimientos y nos pusimos en camino hacia Trastevere.

En Ponte Sisto nos creímos bailarinas y cantantes, no sabemos si porque la música todavía flotaba en el aire o porque el río había desbordado, pero a ritmo del Cascanueces y una versión muy personal de “La puerta de Alcalá” llegamos a la muestra fotográfica de World Press en el Museo di Roma in Trastevere. Tan desgarradora como impactante, tan cruda como real. Después de ver varias fotos me vino la duda de hasta qué punto los fotógrafos violan ciertos valores éticos. ¿Hasta dónde se puede llegar para conseguir una buena foto? (Pensemos en la fotografía de la niña y el buitre de Kevin Carter)

Y para cerrar la noche, terminamos en una especie de bar, en donde pillamos unas birras y una botella de leche que nos salvó la vida, porque la nevera vuelve a estar tiritando. (Aunque esta vez hemos decidido hacer un experimento al estilo de “el último superviviente” y ver cuánto aguantamos con lo que tenemos. Sólo compraremos productos básico como leche y verdura, para el resto recurriremos a nuestra imaginación). Y con el bus n11 volvimos a San Lorenzo, y a la cama prontito a pesar de ser sábado.

Que deje ya de llover

Y como guinda, dejamos una canción que tocaron ayer, que a mi personalmente me parece un temazo, vencedor indiscutible del juego de Youtube en la categoría “seducción con vestido rojo y copa de champán”

http://www.youtube.com/watch?v=P-XJH9WFQpI

“What a lovely way to burn”

lunes, 10 de mayo de 2010

Parece que este blog ha muerto antes de empezar, pero lo cierto es que en nuestras atareadas vidas es difícil sacar tiempo para actualizar (ni que los Erasmus vivieran de vacaciones, oye..).
Así que ahora me toca hacerlo en solitario, ya que Clara está en etapa de estudio intenso y no se puede permitir distracciones, y María recorre las costas del sur con muy buena compañía.
Desde el lunes pasado han ocurrido pocas cosas, que resumiré a continuación:

El mayor acontecimiento (por lo menos para mí) es que he adquirido una bicicleta. Verde, preciosa y de niño pequeño, pero muy útil a efectos prácticos. Así que estos últimos días los he dedicado a recorrerme Roma en dos ruedas, descubriendo que vivo en una ciudad muy poco apta para este tipo de vehículos. (Cuando digo "recorrerme Roma" quiero decir "dar unas cuantas vueltas por los alrededores de mi barrio", tampoco voy a dármelas de Indurain). Desde que voy motorizada no ha vuelto a salir el sol, pero aunque ya sé que Dios y yo no terminamos de congeniar, esperaré paciente hasta poder pasear por Lungotevere.

El viernes llegaron personas varias:
Borja, que nos robó a María y se la llevó de viaje (no sin antes encontrarse con la muerte en forma de bote de miel asesino).
Paula, una amiga de la facultad que el año que viene se vendrá a Roma de Erasmus (cerda). No vio nada de la ciudad, salvo La Sapienza y Trastevere, sitio en el que nos hizo un book de fotos. (Esperemos que el haber cambiado el billete le haya dado suerte con Miguel Oriola.)
Borja Bustillo, ese ser con el pelo rizado con el que coincidimos en primer semestre en esta ciudad. Si se hubiese quedado todo el año, mi hígado estaría realmente en la mugre, y mi reputación bastante cuestionada. Aún así, se deja querer, y su visita nos llenó de alegría (y de whisky barato), aunque a unas más que a otras (ejem ejem).

Si mezclamos a estos personajes, sale un fin de semana de lo más curioso.
El viernes, después de tomarnos unas cervezas en el Celestino (y acordarnos mucho de Marta, que vuelve mañana), nos fuimos a la facultad de Economía, que había fiesta. Antes pasamos por un baño, de donde cogimos prestado un jabón de manos de aloe vera y lavanda que íbamos ofreciendo con mucho cariño a la gente con la que nos encontrábamos. Cuando llegamos a la puerta, confirmamos la teoría de que los seguratas se creen importantes por tener en sus manos la elección de quién entra y quién no. Pero como nosotros somos Erasmus y estamos más allá del bien y del mal, no caemos bajo su jurisdicción. También es verdad que antes de Erasmus somos unos grandes dialécticos y aún mas escurridizos. Sea como fuera, conseguimos entrar.
Una vez dentro, descubrimos que hay veces que es mejor beber sin hielos que con hielos que huelen a agua estancada, y que hasta la cerveza puede ser de garrafón. Gracias España por tu botellón y por tus copas baratas que al menos están frías y huelen a alcohol de quemar. Y en medio de una batalla campal nos volvimos a casa (en coche).

El sábado trastevereamos un poco. Lo de siempre, Trilussa, Freni, Spritz, cabrones del género de aclártehijomío, etc. Después me fui con Bus y con Alba al Akab. (Alba, para quienes no la conozcan, es una chica de Barcelona muy maja que conocimos en una visita cultural, que fue la única cosa seria que hemos hecho juntas. Las primeras semanas, nuestra relación se limitaba a encontrarnos borrachas en las puertas de los bares e intercambiar unas cuantas palabras, hasta que un día decimos que darnos lo móviles sería una buena opción. Y desde entonces hemos ido a Napoli, nos hemos hecho las intelectuales en visitas guiadas en donde prestábamos más atención a los modelos de la gente que a las explicaciones en sí, hemos compartido ettis, peronis y limoncello... Lo único que nos falta es quedar a la salida del instituto, pero eso lo dejaremos para otra ocasión)
Quedamos también con un vasco con tendencias nudistas, un alemán tifoso de la Roma y un siciliano que pasaba por ahí, y nos fuimos de botellón itinerante hasta el garito.
Agradezco al destino haber nacido mujer, lo que me permitió ahorrarme 15€ de entrada, aunque no conseguí sacar descuentos en las copas. (Menos mal que Bustillo estaba como en Ibiza y se dedicó a invitar al personal). Así que indignadas por el precio de las cosas, nos fuimos a pedir tabaco, operación que repetida unas quince veces te produce un ahorro de casi 4€. Después lo intentamos directamente con las botellas de la barra, lo que se tradujo en cristales rotos en el suelo del baño, dedo rajado y mirada sospechosa de los de seguridad.
Y con la cabeza muy alta salimos de la "discoteca", compramos un bocadillo de Dios sabe qué en el zozzone de la puerta y cogimos un taxi después de varios intentos frustrados de para un coche (otra cosa que hay que agradecer a Bus y su modo Ibiza).


Y poco más. Acabamos de comer unos filetes en dudoso estado, con lo cual esta puede ser la última actualización, aunque esperamos que nuestros estómagos sean fuertes y los soporten.
Seguiremos informando.




jueves, 29 de abril de 2010


Retrato #1: Marta

Marta empezó a formar parte de nuestras vidas a principios de octubre, cuando todavía estábamos descubriendo los rincones de nuestra casa. Venía llena de agobios, de pisos para ver, con esa sensación que todos los Erasmus hemos tenido: cuándo voy a encontrar un puto piso en esta ciudad?!?

Y finalmente, gracias al caprichoso azar, terminó viviendo en San Lorenzo. Se convirtió en la cuarta conquillina, cuando todavía éramos tres. Y lo más importante, en una gran amiga. Al principio estaba un poco cortada (demasiada locura en Via degli Equi nº 8), pero con el tiempo se fue soltando y dejando conocer. Sus visitas implican Peroni frías y largas conversaciones intentando cambiar el mundo (o al menos entenderlo).

Se convirtió también en una compañera de fiesta, y nos seguía a todos lados sobria, pese a nuestros insistentes deseos de emborracharla. Pero ella siempre guardaba la compostura, así que se convirtió en ese punto de apoyo que todos necesitamos a altas de la madrugada (Acuérdate de la barra libre de Varsovia).

Y aunque ella “coma para vivir y no viva para comer”, nos deleita cada tanto con tiramisús y quiches varios, que amenizan todos nuestros viajes. Gracias a ella hemos conocido expresiones que la convierten en nuestra principal fuente de saber: desde “eres más maricón que un palomo cojo (o con ligueros)”, hasta “voy a echar un pisete”. Y respuestas inolvidables:

- ¿Te importa si fumo mientras comes?

- Marta: ¿Te importo si vomito mientras fumas?

Como buena scout, tiene recursos para todo. Ya sea para dar sabios consejos o para darle uso a camisetas que para cualquier otro ser humano serían desechables (Mi amol, ya tú sabes).

Así que Roma estará de luto las próximas dos semanas, porque nuestra pequeña Marta (que en realidad es la más mayor) se nos va a los Madriles, a lucir su moreno de terraza.

Pero no nos preocupa, porque quince días pasan rápido, y porque aquí la esperaremos con limoncello casero y muchas ganas de quemar la capital italiana.

En tu honor … Arrrg marinera:

http://www.youtube.com/watch?v=JPX8z5H1-aU&feature=fvst